viernes, 13 de julio de 2012

Vía normal al Gran Paradiso, 4.061m (III,F)


Altitud Mín: 2.732 m
Altitud Máx: 4.061 m
Desnivel: 1.329 m 
Tiempo: 5 h aprox.
Dificultad: F

Tras pasar una corta pero reconfortante noche en el Refu, nos despertamos a las 3:00 para disponernos a desayunar y cuando salimos a la calle vemos que ya todo el mundo está caminando hacia la montaña o terminando de prepararse para ello y es que las 3:00 era la hora de desayunar, no la de levantarse, pero bueno, por otro lado tuvimos la oportunidad de disfrutar de la tranquilidad de un comedor casi vacío.

Como la calidad de mi cámara de fotos está a la altura de mi calidad alpinística, no sólo se le vacía la batería cuando hace mucho frío si no que además las fotos con poca luz siempre salen movidas aunque uno use el flash. Menos mal que por esas tierras a las 4:00 ya empieza a clarear por el horizonte.


Y para las 5:00 ya no hacen falta ni frontales. Nosotros, como somos muy listos, elegimos siempre la ruta menos menos frecuentada, o lo que es lo mismo, la ruta equivocada, así que nos dispusimos a cruzar el río...


... y a remontar el borde derecho de la morrena del glaciar, lo que nos ayudó mucho para ir cogiendo altura y ver con claridad como alrededor de 200 personas se habían equivocado y habían tomado otra ruta que no cruzaba el río y remontaba directamente por el glaciar.

Tras hablarlo entre los tres, decidimos no dar demasiado la nota e ir por donde iba todo el mundo, con lo que tuvimos que perder la altura que tan "fácilmente" habíamos ganado, volver a cruzar el río y así estar completamente seguros de que íbamos cerrando el grupo.

Cuando por fin pisamos la nieve ya era claramente de día.


Y la luz y el paisaje hacen que se nos olviden el cansancio y el retraso que llevamos.


En las últimas rocas de la morrena nos paramos a encordarnos y ponernos los crampones.


Y empezamos a remontar pala tras pala de nieve bastante dura por una huella muy bien marcada.


Como aún estamos muy al principio de la temporada prácticamente no hay grietas y las pocos que vamos encontrando son muy pequeñas, aunque esto cambiará más arriba.



Cuando por fin nos alcanza el sol y empezamos a calentarnos, paramos a comer algo y nos sorprendemos al descubrir a quien tenemos detrás nuestra...


... Su Alteza el Rey de los Alpes, el Mont Blanc, o como lo llaman por aquí el Monte Bianco.


Nosotros seguimos subiendo y paso a paso se va abriendo ante nuestros ojos un horizonte cada vez más amplio. Esta sensación me encanta y es casi la que más me gusta cuando hago montaña.



Ya estamos en la parte alta de la montaña y empezamos a cruzarnos con cordadas que ya han hecho cima y empiezan a bajar.


Cuando empezamos a alcanzar a los más rezagados, estamos a la altura del serac desde el cual la ruta gira hacia la izquierda para terminar de remontar la parte alta del glaciar. Se ve muy claro en la primera imagen del reportaje.




Ya solo nos queda una pequeña arista sin ninguna dificultad...


... un plateau que nos vino de lujo para afrontar las últimas palas más empinadas.


Aquí empezó la romería de gente, unos bajando, otros subiendo y molestándonos los unos a los otros puesto que todos íbamos encordados en largo. En las últimas palas que debíamos haber tardado 15 o 20  minutos echamos más de una hora.


Soy consciente de que la montaña es de todos y todos tenemos el mismo derecho, pero de verdad que estos jaleos son los que menos me gustan, y lo peor estaba aún por llegar. 


En este último tramo estuvimos tanto tiempo parados que se me quedaron dos dedos de la mano izquierda helados y la batería de la cámara no quiso ser menos, así que nos quedamos sin fotos de más arriba, aunque gracias a la GoPro de Kike he conseguido algunas imágenes.


 Y cuando estábamos en la antecima rocosa, varias cordadas grandes de 5 o 6 clientes con su guía empezaron a colarse y pasar por encima de nosotros y nuestra cuerda hasta el punto que Yiye tuvo que ponerse serio y mandar a alguno a tomar por donde amargan los pepinos, aunque lo cortés no quita lo valiente (y viceversa) y luego les ayudó a pasar uno a uno cuando pasaban por su lado para que no cayeran al vacío.


En definitiva, que nos quedamos sin hacernos la foto con la Madonna de la cima, aunque no pasa nada, porque como casi todo el mundo sabe, la verdadera cima de la montaña es la siguiente, a la que nadie o casi nadie va.


Con el rato que estuvimos sentados en las rocas de la cima con todo este follón, el viento que me venía de lado me estuvo castigando bien los ojos hasta que llegó un momento que me lloraban tanto que casi ni veía.



 Menos mal que Kike me dejó sus gafas de ventisca, si no la bajada habría sido un calvario para mi.


Durante el descenso paramos otra vez junto al serac para comer algo y calentar la batería a ver si volvía a la vida... y volvió.


Durante la bajada, seguíamos adelantando gente (aunque como dice mi amigo Jero... "para abajo hasta la mier... corre") y ya no volvimos a parar hasta llegar a la morrena para desencordarnos.


Y cuando ya llegábamos al refugio...


... hasta los animalillos de la zona se quedaban sorprendidos de ver bajar a un dominguero con un 4.000 en el bolsillo.

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