martes, 18 de diciembre de 2012

Refugio Poqueira por La Cebadilla.


Altitud Máxima: 2.474 m
Altitud Mínima: 1.488 m
Desnivel: 984 m
Distancia: 6,4 Km
Tiempo: 3 h 6 '
Dificultad Técnica: Fácil
Track: Wikiloc

Son las doce y diez de la mañana y estoy recogiendo a Jose Luis en su casa de La Herradura. Nuestra idea es ir esta tarde al Ref. Poqueira para pasar la noche y subir mañana al Mulhacén. La predicción dice que esta noche va ha hacer viento pero que mañana mejorará.

Aparcamos el coche en la central eléctrica de La Cebadilla y para las dos y cuarto estamos ya andando.


Nada más empezar el recorrido vamos cogiendo altura por un paisaje de castaños, pinos y árboles secos no por ello menos bonitos.


El final del otoño nos regala sus colores durante la ascensión.



Una vez alcanzados los 1.700 metros aproximadamente caminamos a media ladera durante un rato sin perder ni ganar altura considerablemente.


Cuando bajamos hasta el río varios árboles secos se cruzan en el camino y Jose se encabezona en quitarlos de en medio.


Vamos disfrutando del camino, al estar encañonados no notamos el viento que sin duda si hay en altura.


Nosotros seguimos a lo nuestro en una tarde en que tenemos la montaña para nosotros solos.


Este paisaje es una pasada y me encanta ir oyendo el sonido del río mientras caminamos.



Un río que cruzamos varias veces durante nuestro camino.


Y que por supuesto no perdemos la ocasión para afotarnos pasando por estos puentecillos de piedra.


La vereda está marcada por unos postes con el PR A 23 y con hitos de piedra, con todo y con eso llevo un track en el GPS. Si nos perdemos seré el dominguero más inútil del mundo.


Ya estamos cogiendo altura y se empieza a notar el viento. Pronto llegaremos al cortijo de las acequias donde hemos pensado parar a comer algo y disfrutar del paisaje.


Al llegar al cortijo nos esperaba el cortijero al que invitamos a comer, pero ante la falta de respuesta por su parte Jose se acercó a decirle algo. -Dejalo Jose, se ve que está el hombre absorto en sus pensamientos.


Y por fin llega el mejor momento del día, la hora de comer. Jose dice que el suyo es una chapata, el mio más bien parece una babucha, pero saben a gloria.


Con las barrigas llenas nos ponemos otra vez en marcha, el refugio ya está cerca, pero nos esperan unas rampitas durillas, casi 400 metros de desnivel en poco más de un kilómetro.


Una mirada atrás hacia las Alegas y Cerrillo Redondo nos avisa que el sol empieza a caer.


Y las nubes lenticulares dan una idea del viento que ya empieza a soplar con más fuerza.


Pero no hay problema, el refugio ya está cerca y su chimenea nos espera para calentarnos.


Bueno tío, pues ya estamos aquí.


Mientras dejamos las mochilas y los bastones en la entrada un gato se acerca a darnos la bienvenida. Lleva puesto el abrigo de invierno.


A nosotros no nos hace falta. Una cerveza y una lumbre es nuestra mejor recompensa.


Y como encima no hay nadie más en el refu tenemos el comedor enterito para nosotros solos. Todo un lujo, al igual que la riquísima cena que nos preparó Clara.

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