viernes, 31 de enero de 2014

Cambiando el chip en el Pilatus.


Esta magnífica montaña que se yergue junta a la preciosa ciudad de Lucerna se eleva unos humildes 2.132 m.s.n.m, pero sus más de 1.700 de desnivel desde la base hasta la cima hacen de esta una ascensión seria que requiere un esfuerzo físico notable.

Dice una leyenda local que aquí yacen los restos de Poncio Pilato, el prefecto de la provincia romana de Judea, coetaneo de Jesucristo. Yo personalmente no lo vi, ni vivo ni muerto.

Pues bien, hace casi dos años que vi por primera vez esta preciosidad, cuando en enero de 2013 subí al Rigi, y por supuesto la apunté en mi lista de pendientes (donde aún sigue). Afortunadamente ahora me pilla a menos de dos horas de casa y pienso volver seguro. 

Así que el domingo pasado, salí de casa bien tempranito y llegué al aparcamiento de la estación inferior del tren de cremallera a las 6:45. Me abrigué bien porque hacía bastante fresquete y me puse a caminar como un loco. La ruta que había decidido hacer es una travesía en la que la ascensión recorre un trazado de 8 Km y el descenso uno de 13 Kms. Total, una pechá andar.

La ruta comienza justo detrás de la estación inferior del tren de cremallera "Pilatus Bahn".


Tras un corto tramo por una escalera metálica se atraviesa un pequeño bosque hasta alcanzar un carril que conduce a unas casas de montaña. Todo esto lo hice completamente a oscuras porque como soy tan cateto, me dejé la frontal en la mesilla de noche, donde la uso cuando leo para no molestar a mi mujer con la luz de la mesilla. Una historia de lo más alpina, vamos.

Total, que cuando empezó a amanecer me pillo ya a una cierta altura y pude disfrutar de unas vistas increíbles que casi me obligaban a parar continuamente a sacar la cámara de fotos, echar una foto rápida y seguir caminando para no pasarme del horario que había previsto para la actividad.



Fue entonces cuando, rodeado de tanta belleza, me di cuenta de lo gilipollas que soy (más vale tarde que nunca). ¿Como podía pasarme dos meses buscando rutas en internet y en los libros mientras aparecía un día libre para ir a la montaña y cuando al fin lo conseguía lo único que hacía era tirar pa'rriba como un loco, con la lengua fuera y sacar fotos casi sin pararme, para disfrutarlas luego en casa en vez de disfrutar del momento en sí?, ¿de verdad lo único importante era hacer cumbre?
Que duda cabe que la cumbre es el momento álgido de una ascensión, pero en ese momento me acordé que lo más importante es en realidad el viaje, y no la meta.

Por descargar un poco de culpa de mi maltrecha conciencia creo que la falta de tiempo libre de estos dos últimos años me han conducido un poco a este ansia por hacer en un día lo que no he podido hacer en todo el mes o meses anteriores. El caso es que tras darme cuenta de esto bajé el ritmo bastante y me tomé todo el tiempo del mundo en disfrutar de lo que estaba haciendo. Por supuesto que no me dio tiempo a terminar la ascensión, pero ha sido una de las veces que más he disfrutado de una salida en los últimos tiempos.

Tras esta breve explicación de lo del "cambio de chic" sigo con la descripción del recorrido.

En su mayor parte, la zona de la montaña que me dio tiempo a ascender supera un espeso bosque mixto de haya y abeto y pino, con algunos cedros también.



Con el suelo tapizado por una inmensa alfombra de hojas secas.



Hacia la mitad del recorrido se sale del bosque hacia una zona mas despejada de vegetación desde donde se ve por primera vez la ansiada cumbre.


Varias veces durante la ascensión cruzamos o caminamos cerca de la via del tren. A mi personalmente me parece increíble que un bicho de metal de ese peso pueda subir por esta inclinada pendiente sin mayor problema.


El día que me está haciendo es alucinante, más aún para ser enero en Suiza.

Cuando dejo atrás el bosque es cuando puedo empezar a disfrutar de las vistas de las montañas que me rodean y que sobresalen por encima de este mar de nubes que cubre hoy los valles y los lagos.


Con la cumbre del Rigi allí a lo lejos cuando miro a la derecha y parte de los Alpes Berneses cuando miro a la derecha.



Poco después se llega a la estación intermedia del tren de cremallera, que aunque en invierno permanece cerrada, es un buen lugar para parar un rato a disfrutar de las vistas y tomar un bocado.



Fue a partir de aquí donde empecé a encontrar las primeras manchas de nieve, bastante durita por cierto ya que la temperatura no superaba los 0º, y donde mi ritmo de progresión se vio mas reducido aún, si cabe.


La zona alta de la montaña se vuelve un poco más delicada por lo inclinado de algunos pasajes. Fue aquí donde decidí darme la vuelta, porque aunque llevaba los crampones, no eché piolet, pensé que no sería necesario, y cualquier resbalón me habría hecho caer bastantes metros.


No fue una decisión que me costara mucho tomar, sabía que no iba a alcanzar la cumbre de todas formas y el paisaje que iba a llevar todo el camino de frente durante la bajada era una autentica gozada.



Para colmo, cuando me metí de nuevo en el bosque y perdí de vista las cumbres, fui sumergiendome poco a poco en la niebla, y eso a mi me encanta, porque le da a todo un toque mágico.



Y me hace olvidarme de todo, no solo de los problemas del día a día, sino también del camino que llevo recorrido o del que aun me queda por recorrer disfrutando de cada pequeña cosa que se cruzaba en mi camino y sacando mis "fotos artísticas" como las llama Natalia para meterse conmigo.



El último tramo antes de terminar de atravesar la niebla esta se hace especialmente espesa y aunque es medio día, casi no deja pasar la luz del sol.


Ya en la parte baja compruebo que la niebla ha subido un poco y me permite vez el lago con cierta facilidad...



... así como el pequeño pueblo de Alpnachstadt desde donde comencé a caminar y donde me espera el coche para volver a casa.


Ya estoy buscando otro día libre para tirar pal monte y aunque esta salida me ha servido para recordarme a mi mismo que salgo a la montaña para disfrutar y no para ir tachando nombres de mi lista (imaginaria) de objetivos, si que es verdad que estoy deseando volver al Pilatus para intentar llegar arriba del todo. Que le voy a hacer, en el fondo soy así de cabezota.