martes, 1 de abril de 2014

Höhe wandertour Neunerköpfle


Mi madre solía decirme: "Nunca digas de este agua no beberé" y cuanta razón tenía la buena mujer, pero todo lo que se haga por amor, bien hecho está, y en este caso lo que hice lo hice por amor, por amor a las montañas y sobre todo por amor a mi mujer. ¿Que qué es lo que he hecho?. Pues lo peor, coger un telecabina para subir a una montaña, y para rematar, iba en vaqueros... ahora si que soy un autentico dominguero, pero de los pies a la cabeza.

Bueno, intentaré poner mil excusas a este inadecuado modo de proceder y a ver que tal parado salgo. El caso es que Natalia se moría de envidia al ver la fotos del paseo que me había dado por el Vilsalpsee y me dijo que buscara un recorrido cortito pero con buenas vistas para matar el gusanillo. Recordemos que está en el sexto mes de embarazo. Así que inmediatamente comencé la búsqueda en internet y fue así como di con esto. Más tarde me di cuenta que había un folleto con toda la información en la recepción del hotel. Si llega a ser un león me come.

Bueno, ya está bien de tonterías, el caso es que nada más salir del telecabina miro a la derecha y alucino con las vistas del Gaisshorn.


A nuestro lado comienza una ladera de nieve polvo que algunos snowboarders disfrutan trazando su propia huella.


Después de entretenernos un poco con lo bien que lo hacían algunos y con las piñas que se daban otros decidimos seguir el camino.


Disfrutando de las vistas de un paisaje recién nevado.



En esta primera parte del camino el camino atraviesa un bosque de abetos.


Y en contra de lo que había supuesto en un principio, no vamos solos...


... sino que hay unos cuantos senderistas más. Que en todos los países hay domingueros, aunque todavía no sé como se dice en alemán.


Lo bueno es que nosotros vamos muy tranquilos y en seguida se alejan y nos quedamos solos. Un lujo que sabemos disfrutar.


A ratos sale el sol y nos deja unas bonitas imágenes.


Eso también sabemos disfrutarlo. 



Cuando estamos a la mitad del recorrido llegamos a un collado para pasar a la otra vertiente de la montaña y ante nosotros se abre un paisaje verdaderamente alpino.


Y donde unos ven nieve, pinos y nubes, otros vemos una infinidad de corredores por los que nos gustaría subir.


Con todo el dolor de mi alma salgo de mis sueños para volver a poner los pies en la tierra (o en la nieve) y continuar nuestro camino, que la familia me reclama.


Ya en la parte final, y para no perder la costumbre, una cruz marca el punto más alto de la montaña.


Y nosotros ponemos rumbo al telecabina que nos llevará de nuevo al valle tras este bonito paseo que me ha gustado mucho más de lo que yo me imaginaba. Gracias Natalia por convencerme para hacerlo.