martes, 7 de julio de 2015

Ascensión al Zuestoll 2.235 m



Distancia: 14,16 Km
Tiempo: 5 h 9'
Altitud máxima: 2.235 m
Altitud mínima: 895 m
Desnivel positivo acumulado: 1.340 m
Dificultad técnica: Difícil T4 
Track: Wikiloc

La primera vez que vi el grupo del Churfirsten fue en un calendario de fotos de montaña. Un regalo que, cuando aún vivíamos en España, me traía cada año nuestra amiga Nici.
Estos 7 picos son una maravilla vistos desde el norte, pero si te gusta la escala y los observas desde el sur... 


Desde el primer momento se me fueron los ojos hacía el Frümsel y el Zuestoll, y ha sido esta última la que he elegido para hoy. 

Como estos días está apretando el calor como si estuviéramos en Málaga, he decidido madrugar y aprovechar las horas más frescas del día para que no me dé un tabardillo por el camino. Así que a las 3:00 suena el despertador y a las 3:30 estoy en el coche. Mis hijos me tienen muy bien entrenado en esto de levantarme a cualquier hora de la noche. Que fantásticas criaturas, como se lo agradezco.

Total, que a las 5:10 empiezo a andar desde Alt Sankt Johann y mientras empieza a clarear el día cruzo el rio Thur.


Solo llevo unos pocos metros recorridos cuando al volver la vista atrás me encuentro la silueta recortada de otra bonita montaña de la zona, el Altmann.


Al poco rato me interno en un bosque de hayas (me encantan estos árboles) para ir limpiando con mi cara y mi cuerpo serrano todas las telas de araña que estos "preciosos" animalitos han ido tejiendo durante la noche. No hay nada que me guste más que ir a oscuras por un bosque y pensar que tengo arañas por todas partes. Una alegría, vaya.


Menos mal que la experiencia no duró mucho y al poco salí a un claro donde pude palmearme bien la cabeza, brazos, piernas, nuca, etc, etc... y disfrutar de las vistas del valle que iba dejando atrás.


A partir de este punto, mi ruta iba siguiendo lo que me pareció a todas luces una pista de ski.


Encontrando muchas pequeñas granjas de esas que mi Natalia definiría como La casa de la Matanza de Texas. Menos mal que a mi solo me dan miedo las arañas.


Justo cuando el sol empezó a salir por el horizonte...


... llegué a la estación superior del telecabina de Sellamatt, que por supuesto, a las 6:00, estaba cerrado.


Pero por lo menos me pude informar de la altura a la que me encontraba.


Y además pude ver por primera vez las cimas del Churfirsten.


Y particularmente la cima del Zuestoll, mi objetivo del día.


"Josú por Dios, que pechá de andar te queda todavía", parece que me dice la vaca.


Desde aquí y hasta el collado principal me separa una zona menos empinada de recorrido.


Que me permite recobrar un poco el aliento y hacer unas pocas fotos a mi alrededor.



E incluso poner mi mejor cara para una autofoto, o como lo llaman ahora, Selfie.


Si, aunque no lo parezca esta es mi mejor cara, que la voy a hacer.
Pero bueno, a lo que íbamos, que ya veo ahí el collado al que tantas ganas le tenía.



Y es justo a partir de aquí donde empieza a ponerse la cosa seria y aparecen las primeras trepadas, que me obligan a guardar los bastones y a emplear las manos para progresar. Nada del otro mundo, solo algún paso de escalada de grado II o III.



Una vez superado este corto tramo. continua otra vez el sendero por una zona con mucha inclinación, desde donde se puede disfrutar de la compañía del Brisi (2.279 m) a la derecha...


... y del Scheibenstoll (2.234 m) a la izquierda.


En esta última foto se puede apreciar la inclinación de la zona donde me encuentro.
Más adelante se llega a una zona bastante expuesta por lo estrecho del camino y el cansancio acumulado. La caída hacia cualquiera de los dos lados es de unos cuantos cientos de metros.


Tras superar este repechillo hay que destreparlo por el otro lado para pasar a la última zona de la montaña, que es más inclinada que la anterior, si cabe.


Ya me queda muy poquito, y a medida que subo voy intentando adivinar por donde se superará la zona más rocosa del final.


Y es por la zona de la izquierda, a traves de una trepada no muy complicada, pero que da un poco de cague.


Pero una vez que asomas la cabeza por encima de este repecho aparece la cima.


Donde por supuesto toca hacerse la foto de rigor...


... y disfrutar de las impresionantes vistas que se abren hacia el sur. Con el Walensee delante y el comienzo de los alpes detrás del lago.



Son las 8:00 de la mañana. No quiero parar mucho porque me espera una larga bajada revientarrodillas con un sol de justicia, así que bebo unos tragos de Isostar, me como unos hijos secos, disparo un par de fotos más...


... y para abajo, que aún tengo que llegar hasta el valle que se ve al fondo del todo.


Aunque antes tengo que volver a pasar por las zonas de trepada y destrepada por las que no se puede cometer ningún error por cansado que uno esté.



Un último tramo con un poco de ambiente, aunque protegido por un cable de acero.


Aunque son las 8:30 no se puede estar al sol, y entre que la bajada es potente y llevo las rodillas en ajopollo y el calorazo, voy sudando la gota gorda. Así que cuando paso por al lado de esta alberca...


... se me pone esta carita...


A que me baño...
Ya me veía yo ahí dentro, con la cabeza y los pies por fuera del agua fresquita, disfrutando del paisaje alpino. Pero no, no fui tan valiente y me contenté con meter la cabeza dentro del agua. Me sentó de maravilla.

Al desandar el camino, suele parecerme que estoy pasando por otro sitio, porque lo que llevas de frente es siempre otra cosa, aunque esté pasando por los mismos lugares de antes. Como el prado de las vacas...


... las pistas de ski...


... o el bosque de las arañas.



Hasta llegar de nuevo al pueblecito de Alt Sankt Johann, donde me esperaba el horno en el que se había convertido el coche aparcado al sol.


Que ganas de volver por la zona. Lo malo es que no sé cuando voy a poder escaparme otra vez, pero lo que si sé es cual será la próxima montaña. El Frümsel... o quizás el Altmann.