domingo, 14 de febrero de 2016

Lauterbrunnen


Distancia: 57,30 Km
Tiempo: 7 h 56'
Altitud máxima: 1.641 m
Altitud mínima: 565 m
Desnivel positivo acumulado: 1.207 m
Dificultad técnica: Moderado
Track: Wikiloc

Es mi último día de actividad estas vacaciones y aunque aún hay mil cosas que quiero hacer tengo que decidirme por una y no me quiero ir de aquí sin recorrer el fantástico valle de Lauterbrunnen

El 12 de agosto amaneció un día perfecto. Fresco aunque soleado. Las ganas de ponerme en marcha me podían más que el sueño y a las siete menos cuarto ya estoy montado en la bici saliendo de Ringgenberg rumbo al valle. El camino, aunque ya lo he recorrido varias veces no deja de maravillarme. No puedo evitar volverme a parar en Wilderswil para fotografiar una vez más el puente de madera que cruza el río de aguas revueltas que viene de las nortes del Mönch y de la Jungfrau.


Dándole a los pedales voy remontando el curso del río cuando algo me llama la atención. Una extraña construcción de madera junto a un salto (artificial) de agua...


¿Que puede ser? Pues una ayuda para que los salmones puedan remontar este tramo. Estos suizos son la hostia.


Al poco me encuentro de frente con la Jungfrau y su guardián blanco, el Silverhorn.


Vuelvo a cruzar el río varias veces por un camino fantástico para pedalear.


No me cruzo con nadie hasta que llego al pueblo de Lauterbrunnen, que está lleno de turistas. Claro, pudiendo ir en coche, autobús o tren ¿quien querría cansarse y mancharse por estos "caminos secundarios"?
A los 18,5 Km y nada más llegar al pueblo, me crucé con los primeros 537 chinos, por suerte la segunda parte del camino empezaba justo ahí y pude atar la bici a una valla y continuar a pié por un sendero de montaña que me debería de llevar a Mürren. Población vetada a todos los vehículos a motor. Como mola !!!


El camino asciende a lo bestia, de tal manera que a los pocos minutos ya se ha ganado tanta altura que la perspectiva del valle cambia por completo.


Impresiona ver el poder de erosión de un glaciar.
Me sorprendo al ver que voy siguiendo el trazado del la Vía Alpina, no alcanzo a comprender de que material están hechas las piernas de la gente que sube por aquí con un mochilón para una ruta que suele requerir más de 160 día de marcha. 


Pero yo a lo mío, que ahora es ir echando el hígado por un sendero que en tan solo 1,5 Km asciende 622 m. por una ladera en la que parece casi imposible trazar un camino.


En la parte más alta todo cambia, no solo se suaviza la subida sino que además se abre un espectacular panorama ante los ojos. Las cimas de la conocida trilogía. Eiger, Mönch y Jungfrau, empiezan a dominar el paisaje.


Poco después llego al una de las estaciones del tren que sube a Mürren. Se llama Winteregg, y si uno va con tiempo se puede disfrutar de un almuerzo en un marco incomparable. Además, esos días estaba teniendo lugar un ciclo de cine de montaña y proyectaban películas tras la cena en una enorme pantalla que habían instalado en la terraza.


Lo más duro ya está pasado. A partir de aquí, a disfrutar del paisaje por un sendero cómodo y sin apenas desnivel.


Que además transita paralelo a la vía del emblemático tren.


A la entrada del pueblo, un cartel informativo del Inferno Triathlón nos da la bienvenida.


Pero aunque aquí todo es bien bonito, que duda cabe, los ojos se me van irremediablemente hacia la izquierda.


Hacia la espectacular pirámide del Eiger.


Así voy atravesando este pueblecito de montaña, emplazado en uno de los mejores balcones de los que nunca he estado cuando, al empezar a bajar, noto como la ampolla que me hice hace un par de días subiendo al Harder Kulm, me está volviendo a molestar. Y como todavía me queda un ratico hasta llegar al fondo del valle...


... decido pararme un momento en este banquito a la sombra y ver como tengo el pié y si me hace falta ponerme algo.


Y menos mal que llevaba unos Compeed en la mochila, porque esto fue lo que me encontré.


Y una vez bien cubierto... a disfrutar de la bajada !!!


Que el paisaje bien lo merece.


Al ir llegando abajo empieza el espectáculo del agua con un sinfín de arroyos, puentes de madera y sobre todo las fantásticas caídas de agua que caracterizan el valle de Lauterbrunnen.




Ya casi abajo me vuelvo a meter dentro de un espeso bosque que me regala un rato al fresquito de su sombra, porque es ya medio día y el sol pega pero bien.



Y cuando de repente el bosque se abre me encuentro bajo estas inmensas paredes.


Y el espectáculo del agua continua...



Me siento tan pequeño aquí abajo. No puedo dejar de pensar en que una vez, no hace mucho geológicamente hablando, miles de toneladas de hielo en movimiento ocupaban este inmenso espacio.


A medida que voy avanzando voy dejando atrás las grandes cascadas que dan nombre al valle.


En especial la Mürrenbach Fall, con sus 430m de altura.


Gran parte del camino discurre junto al río y bajo la generosa sombra de los árboles.


A veces solo por los pelos.


El resto bajo el potente sol de agosto, que aquí también sabe pegar.


Pero la sarna con gusto no pica y yo ahora mismo lo único que puedo hacer es maravillarme con las paredes que me rodean y soñar con escalarlas algún día, cuando deje de ser un pisaprados  y vuelva a ser un autentico dominguero vertical.




Y así entre ensoñaciones voy terminando la parte a pie de esta ruta que hoy me ocupa cuando al llegar a Lauterbrunnen me llevo la última sorpresa del día. El cementerio del pueblo. Yo soy muy de cementerios, me llaman mucho la atención, no sé porqué. E igual que esas estanterías (nichos, las llaman) donde no me gustaría nunca acabar, he tenido la suerte de ver algunos que son realmente bonitos, sobre todo en el norte de España y en Suiza. Como este de aquí.


Con algunas muestras de amor hacia los seres que se han ido realmente originales, como este enorme corazón de piedra.


Pero ya está bien de hablar de muerte que aún hay muchas cosas que vivir, como por ejemplo tratar de acordarme donde dejé la bici.


Y los casi 20 Km de camino hasta Ringgenberg que me quedan por delante.



Un auténtico disfrute...


 y un día fantástico para poner el broche de oro a esta semana de vacaciones.