jueves, 9 de febrero de 2017

Rautispitz von Westen, über Geisschappelen. T4


Distancia: 11, 59 Km
Tiempo: 4 h 24'
Altitud máxima: 2.283 m
Altitud mínima: 1.002 m
Dificultad técnica: Difícil T4
Track: Wikiloc

Ya en la primavera intenté subir esta preciosa montaña que se yergue imponente al oeste del valle donde se encuentra la ciudad de Glarus, pero aún quedaba mucha nieve en la montaña y no supe orientarme bien, así que tras darme un buen tute en nieve profunda tratando de buscar el camino correcto me di la vuelta. Si a alguien le interesa puede verlo en el siguiente enlace.

Eran las 7:00 de la mañana cuando me ponía en marcha desde el aparcamiento del Hotel de montaña Obersee.


Nada más dejar el lago el camino empieza a tirar para arriba considerablemente, de tal forma que las piernas tardan bien poco en ponerse a punto. El lado bueno es que casi desde el primer momento se va teniendo una bonita vista del valle.


Y poco a poco también de las montañas cercanas. Como es el caso del Brünnelistock de 2.133 m. 


Tenía decidido subir (o al menos intentarlo) por una ruta algo más compleja que la normal, encarando directamente el flanco norte de la montaña que aunque a primera vista no pareciera muy factible, estaba seguro que el camino me llevaría hasta alguna debilidad que pudieran ofrecer esos muros de roca caliza.


Y así fue. Poco a poco fui encontrando (no sin alguna que otra dificultad) las marcas rojas y blancas que guiarían mis pasos hacia la parte alta de la montaña.


Todo mucho más aéreo de lo que se aprecia en mis miserables fotografías, pero con la única complicación de tener que usar de vez en cuando las manos para poder progresar y de superar el miedo a un posible resbalón, para lo cual hay un bonito cable de acero que acompaña en los pasajes más expuestos y que yo, al menos en esta ocasión, no vi necesario utilizar.


Una vez superado el primer repecho me invade la euforia. El camino es una maravilla. Mucho más que un simple sendero, pero sin ningún tipo de dificultad más allá de unas pocas trepadas de IIº, y encima estoy solo en la montaña. 


Un segundo resalte rocoso me aguarda, y lo acometo con mucha más confianza pues a la izquierda me parece encontrar un trazado obvio.


Y aunque en realidad no reviste grandes complicaciones, tenía escondida alguna que otra sorpresilla en forma de escalada corta que no hace sino aumentar mi grado de disfrute y felicidad.


Unos últimos repechos sin grandes dificultades...


... y ya estoy en la parte alta, dominada por el valle que veo a la izquierda, por el que discurre la ruta normal de ascenso.


Pero aún no está todo subido, todavía me queda una buena loma hasta llegar a la cumbre, donde y para no variar, se yergue una enorme cruz de madera.


Y donde por supuesto, me hice la foto de cumbre de rigor.


El espectáculo desde la cima es grandioso. Mire hacia donde mire me quedo maravillado. 
 Hacia el norte está el lago desde donde he partido.


Hacia el sur y en segundo plano el Vorder Glärnisch 2.328m a la izquierda y el Vrenelisgärtli 2.904m a la derecha.


Y en primer plano el Wiggis 2.282 m


Y por último hacia el oeste se abre el gran valle por el que discurre la ruta normal y por el que tengo la intención de bajar.


Después de pasar unos pocos minutos en la cima, comiendo y charlando con un tipo muy agradable que llegó pocos minutos después que yo y que si no recuerdo mal se llamaba Alwin, me puse en marcha de nuevo recorriendo un primer tramo que me mostraba de frente las complicaciones de la parte final de la ascensión al Wiggis a las que espero enfrentarme un día de estos.


Y una vez iniciado el fácil descenso no me queda otra cosa que hacer que ir disfrutando del maravilloso entorno...


... e ir dejándome sorprender por las sorpresas que me tuviera guardado el camino.



Al final, la verea enlaza con una pista forestal que lleva hasta un refugio de ski.


Desde donde sale un camino a la derecha que hay que seguir.


Y que al poco me lleva al punto más alto que llegué la vez anterior. Yo mientras tanto voy disfrutando como un gato en la matanza.


Y ya de nuevo en la parte baja de la montaña, no me queda más que seguir la cómoda pista forestal que me llevará de nuevo hasta el coche.



No sin antes llevarle unas flores a mi hija Naila, eso si, solo sacándoles una foto, para que no haya que cortarlas.


Una vez abajo del todo, no puedo más que emborracharme de belleza con las imágenes que me regala el lago y las montañas de alrededor.


No es la primera vez que vengo a este precioso lugar, y estoy seguro que no va a ser la última.